La justicia demoró 17 años para resolver el cinematográfico crimen incluida persecución muerte , espías incluso agentes de la Drug Enforcement Administration (DEA) en 2003 en el triple crimen de General Rodriguez, pero recién ahora César Pose, un ex SIDE, es juzgado. El fiscal pidió 4 años años y medio de prisión.
Un militar carapintada echado del Ejército. Un espía la SIDE convertido en un freelance a comisión de la embajada de Estados Unidos. Un agente de la DEA y su mano derecha (un famoso luchador de catch de Titanes en el Ring), todo coronado por 44 kilos de cocaína que viajaron escondidos en un Ford Escort 1800 kilómetros desde Salta hasta Recoleta.
Estos son los elementos de un caso que logró permanecer oculto durante más de 15 años y que, ahora en la etapa final de un juicio oral, muestra como ningún otro las operaciones de la agencia antinarcóticos norteamericana (DEA) con espías locales. El objetivo: «impulsar», «solventar» y hasta «premiar» procedimientos antidrogas en la Argentina, aún cuando éstos no tengan relación con el tráfico internacional.
El operativo «Flor de Acero» -hoy bajo la lupa del Tribunal Oral Federal N° 1 de Capital- se concretó el 31 de diciembre de 2003. Ese día Gendarmería Nacional detuvo a tres hombres que iban repartidos en un auto y en un taxi. Los emboscó en Avenida Figueroa Alcorta y Austria, a metros de la escultura «Floralis Genérica», esa obra gigante que ya es símbolo de Buenos Aires.
Allí los revisaron y les secuestraron 44,2 kilogramos de cocaína, dispuestos en 51 paquetes. Las pericias revelarían luego que parte de la droga tenía apenas un 20% de pureza.
En el expediente, que quedó a cargo del juez federal Claudio Bonadio, consta que el 29 de diciembre (es decir, dos días antes) el agente de la DEA Arthur Staples les informó a los gendarmes (por nota oficial) de cuándo y dónde llegaría la cocaína al corazón del barrio de Recoleta. Lo que no quedó escrito en ningún lado fue por qué la DEA sabía esto. Y es ahí donde entran los principales personajes de esta escandalosa historia.
Casi de casualidad, Bonadío descubrió que con los supuestos «narcos» iba también el ex agente de la SIDE, Julio César Pose. El espía pudo irse caminando de la escena y tranquilamente subirse el BMW color gris en el que estaba Staples y su chofer y principal colaborador, el argentino Abraham «René» Tenenbaum, famoso en los ’70 por su personaje de «El Campeón Israelí» en Titanes en el Ring. «Aunque a veces también hizo suplencias como La Momia o el Caballero Rojo», declararon en un medio.
«Pose se fue del lugar sin que nadie hiciera nada para detenerlo. Su presencia ni siquiera fue informada. Él había viajado a Salta para ultimar los detalles del envío de la droga. Instigó y participó del transporte de la sustancia. Incluso un testigo propuesto por su defensa sostuvo que por ese operativo cobró 22 mil dólares de la DEA», les dijo a los jueces del TOF 1 el fiscal Marcelo Colombo, quien el jueves pasado, en su alegato, pidió cuatro años y medio de prisión para Pose.
Colombo pidió la absolución de Ramón Ceferino Mendoza, el ex carapintada que también llegó a juicio, por considerar que no había participado del transporte de la droga.
«Mendoza fue el que dejó al descubierto a Pose. Él había sido el nexo con los vendedores de la cocaína en Salta. Por ese servicio Pose le había prometido un puesto en la SIDE y algún dinero de recompensa. El operativo se hizo y, luego de unos días sin noticias, Mendoza comenzó a impacientarse. Entonces decidió mandar oficios a todos lados reclamando el premio por su colaboración», recordó Colombo en su alegato.
Tanto Pose como Mendoza habían tenido un pasado reciente en la Dirección de Contraterrorismo y Contra proliferaciones de la SIDE. Pero fueron desafectados a principios de 2002. Para la época del operativo «Flor de Acero» , Pose hacía trabajos freelance mientras que Mendoza aspiraba a volver a las filas de inorgánicos de la Secretaria de Inteligencia.
La trama que ahora se recrea en un inédito juicio oral a cargo de los jueces Ricardo Basílico, José Michilini y Adrian Grünberg puede estructurarse en función de sus personajes. Cada uno tiene una historia increíble.
Julio César Pose armó el operativo con la DEA, comprando la cocaína en Salta. Cuando lo desafectaron de la SIDE continuó con trabajos muy oscuros. Por ejemplo, era amigo de las víctimas del Triple Crimen de General Rodriguez (Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina), ocurrido en agosto de 2008.
Numerosas fuentes sostienen que Pose es “La Morsa”, apodo que se le atribuyó a Aníbal Fernández para incriminarlo en el tráfico de efedrina. Cuando finalmente declaró en la causa admitió su relación con el agente Staples, pero trató de que lo vieran como una especie de agente encubierto.
Sin embargo, luego de una falta de mérito dictada por Bonadío, la Cámara Federal lo procesó al considerar que no había ninguna orden judicial que «lo autorizara a introducirse en un grupo sospechoso otorgándole facultades para desarrollar acciones relacionadas con el narcotráfico».
Ramón Ceferino Mendoza es un ex carapintada que cuando lo echaron del Ejército comenzó a hacer trabajos para la SIDE como inorgánico. A él se le ocurrió buscar a un ex compañero de armas cuyo cuñado era narco. Entre los dos armaron el envío de cocaína para venderle, llave en mano, el operativo a la DEA.
El agente especial Arthur Staples, de la DEA, era el encargado de contratar trabajos a agentes o ex agentes de la SIDE y financiarlos. La embajada no lo autorizó a declarar en el expediente pero sí lo hizo su hombre de confianza, Abraham Tenenbaum, que tenía 16 años de antigüedad como empleado del organismo.
«El 31 de diciembre de 2003 alrededor de las 12,30 trasladé al agente Staples en el BMW hasta las inmediaciones de la confitería Rond Point (Figueroa Alcorta y Tagle). Aproximadamente a los 30 minutos apareció Julio César Pose, se subió al auto y fuimos todos para la Embajada de Estados Unidos», declaró el ex titán en la foja 1847 de la causa.
«Pose se creía impune. Sabía que actuaba en el marco de la ilegalidad. Sabia que actuaba amparado por un organismo internacional que tiene mucho predicamento en la Justicia», dijo el fiscal Colombo en su alegato.
Via zoom, Colombo también se permitió dejar abierta una pregunta que, confesó, se hizo una y otra vez al estudiar el caso.
¿Cuál fue el propósito de la DEA en esto? La DEA no puede transportar cocaína por el país, ni hacer procedimientos. No lo puede hacer aunque tenga el escudo de la DEA y responda a la embajada de Estados Unidos», remató Colombo, cerrando una importante etapa en un caso que, no por nada, tardó 17 años en llegar a juicio.